viernes, 16 de enero de 2015

La Psicopedagogía en Cuestión

La psicopedagogía en cuestión

El cuerpo teórico de la psicopedagogía plantea una complejidad interesante dentro del ámbito de nuestro país, Argentina. Por un lado es eminentemente interdisciplinaria. Esta característica le ofrece una riqueza intelectual variada pero a la vez denota una debilidad conceptual al no definir con precisión e intensidad posturas, corrientes o líneas teóricas en las que se posiciona frente a estas distintas disciplinas que abarca el constructo psicopedagógico.
Por otra parte, existen intelectuales que han construido un cuerpo teórico propio de la psicopedagogía, superando el reparto de teorías que plantea desde un inicio la inserción de la psicología y la pedagogía; han otorgado identidad, cuerpo y forma a la disciplina en cuestión a través de reconceptualizaciones, reinterpretaciones y construcciones características en las que lograron recrear las herencias primigenias del psicoanálisis y de la psicología genética. La debilidad de esta posición es que son pocos estos pensadores, autores e investigadores de la psicopedagogía.
Se podría pensar en una tercera postura en caso de no aceptar unirla a la primera y es la que considera la Psicopedagogía como una rama de la Psicología. El aprendizaje es un hecho fundamentalmente psicológico y se aborda desde un único marco interpretativo: el psicoanálisis.
Estas consideraciones desatan en los últimos tiempos debates inquietantes de búsqueda teorizante arribando a producciones, algunas incipientes y otras de profunda contribución intelectual.
El mayor de los amparos frente a esta situación tiene forma de juventud. En efecto, la  Psicopedagogía es una disciplina relativamente joven. Se inicia oficialmente  como carrera en el año 1956, en la Universidad del Salvador. En ella convergen dos grandes disciplinas, la Pedagogía y la Psicología, y se ocupa básicamente, del ser humano en situación de aprendizaje.
 A lo largo de su breve historia, la Psicopedagogía fue modificando sus modos de abordaje, sus recursos y métodos. Siempre contó con los aportes de diversas escuelas, corrientes y teorías, derivadas de variados ámbitos científicos, especialmente de la Psicología, las Ciencias de la Educación, la Medicina y la Sociología.

Ya en 1995, Marina Müller [1] describe a la Psicopedagogía como un territorio vasto, aún no delimitado en todas sus posibilidades, en el que se estudia aprendizajes sistemáticos y asistemáticos. Abarca la educación académica en todos sus niveles, y la educación familiar, vocacional, ocupacional y laboral; se ocupa de la salud mental, en cuanto aprender implica afrontar conflictos. En determinado momento del constructo teórico de la psicopedagogía, Müller[2] refiere a las contribuciones más significativas,  a los aportes provenientes del psicoanálisis (Freud) y a los aportes psicoanalíticos de la escuela francesa (Lacan), las contribuciones  de la escuela inglesa (Winnicott) y los aportes provenientes de la psicología genética cuyo máximo exponente fue Jean Piaget.

En los últimos tiempos una especialización de la carrera de Psicología de la UBA, llamada Psicopedagogía Clínica a cargo de Silvia Schlemenson[3] parte de un recorte específicamente psicológico de la problemática de la construcción de los aprendizajes escolares, explicando que los aspectos psíquicos que la comprometen se encuentran en la producción de símbolos. La teoría psicoanalítica da cuenta de las particularidades y génesis de la producción simbólica.

Es necesario entender el proceso histórico, su devenir en teorizaciones y prácticas, para comprender  la complejidad del campo. Para ello,  la descripción de Sara Paín (2003)[4] ofrece información;  la autora es una reconocida referente de nuestra disciplina y  refiere a los procesos históricos por los que atravesó  la psicopedagogía.  La Psicopedagogía clínica apareció en los años 60s como una psicoterapia de los síntomas de los problemas de aprendizaje, y más precisamente del fracaso escolar individual.

Nótese al respecto la preeminencia de lo individual en esta primera etapa: “Los Psicopedagogos obedecen a las demandas sociales tratando individualmente el síntoma, considerándolo una inadaptación personal, una mala relación del sujeto con el conocimiento. El síntoma debe entonces ser diagnosticado estableciendo obstáculos orgánicos, corporales, de estructuración inteligente o de estructuración simbólica que impide el desarrollo correcto de la capacidad de aprendizaje.”

Un abordaje que acompañaba de manera cómplice a prácticas escolares que se sostenían, todavía, en marcos positivistas. Pero se debe reconocer que los años sesenta y setenta también se caracterizaron por una fuerte impronta de la teoría psicogenética, en cuyos comienzos padeció de errores graves, como utilizar las etapas de desarrollo como catálogos, enseñar a los sujetos las respuestas a las tareas piagetianas, buscar “acelerar” a toda costa el ritmo del desarrollo o tomar actitudes maduracionistas. Más adelante las interpretaciones de la teoría constructivista en cuanto a la situación educativa se volvieron más críticas y libres, y adoptaron otros planteamientos.[5]

Explica luego Paín, que en la década siguiente el fracaso escolar es transferido a las instituciones,  encargadas ahora  de las capacidades del alumno. Épocas en donde los padres, la escuela, la televisión, son los responsables y culpables, corriéndose el riesgo de olvidar al mismo sujeto que aprende.

Sobrevienen épocas en donde la  conciencia política del fracaso escolar en las clases desfavorecidas, se hace cada vez más aguda, hecho que renueva el llamado a la psicopedagogía como referente importante en el abordaje de las problemáticas escolares. Aparece como necesario cambiar los métodos y sobre todo las actitudes pedagógicas, teniendo en cuenta aspectos sociológicos y  etnológicos. El psicopedagogo, dice Pain se transforma  en “un sociólogo catalizador del malestar social”

El pasaje de lo individual a lo grupal, no resulta suficiente en épocas actuales  de mundialización económica y política, los problemas de aprendizaje son “problemas de adaptación a un mundo donde sólo los mejores son útiles” (ob Cit)

Continuando casi con la misma línea, Silvia Baeza denuncia con fuerza la necesidad de una nueva visión de la psicopedagogía como de la realidad.[6] Los acontecimientos físicos, biológicos, psicológicos, sociológicos, económicos, políticos se interconectan a nivel mundial, las producciones contemporáneas de diversas disciplinas avanzan en la necesidad de la reciprocidad interdependiente.

Describe las realidades educativas de la época actual que derivan en la necesidad de cuestionar supuestos básicos de los fundamentos y estilos de gestión e intervención de la psicopedagogía. La  problemática de lo interdisciplinar es constitutiva de la psicopedagogía, se encuentra en la génesis de la estructura de su campo, ella nace de la psicología y de la pedagogía. Baeza explica que allí precisamente se podría encontrar alguna explicación de la incompatibilidad  entre modalidades de intervención, (prácticas psicopedagógicas),  y las bases epistemológicas que las sustentan: “lo real nos interpela desde alguna perspectiva teórica y los psicopedagogos nos vemos obligados a realizar intervenciones que aunque llamamos interdisciplinarias, en una mayoría de los casos logramos abordajes pluri disciplinares, se suman miradas desde cada disciplina.”

No obstante su crítica, Baeza apunta a la necesidad del trabajo interdisciplinario, miradas que no se agoten en una única disciplina, como respuesta a la complejidad de los contextos actuales. Asume, asimismo, que la psicopedagogía como ciencia nueva que emerge de las ciencias biológicas y las ciencias sociales necesita que se generen publicaciones e investigaciones.[7]

Dora Laino, ante este panorama responde con una reflexión contundente: “Psicopedagogía Crítica”[8]. Asegura  que todas las acciones profesionales son acciones políticas, vinculadas con una sociedad, a supuestos culturales y teórico-epistemológicos. No abandona los aportes de la psicopedagogía clínica, pero considera la necesidad de una psicopedagogía crítica, en el sentido que le dieron a este término los integrantes de la Escuela de Frankfurt, como J. Habermas, pero en una resignificación situada en nuestra región.

Desde una sociología como la de Bourdieu se podrá analizar una realidad regional y local. Recuerda que ya contamos con evidencias en las escuelas: se comprobó  que  cuando se implementan políticas neoliberales (como ocurrió en nuestro país, llevándonos a la crisis de diciembre del 2001), aumentan las situaciones de desamparo y descuido físico y psíquico. Ese desamparo incide en el entendimiento de los sujetos, tanto en sus posibilidades de inteligibilidad como en las relaciones intersubjetivas para posibilitar acuerdos.

Dice Laino (2012): “Cuidar, restablecer y ampliar las  posibilidades de entendimiento escolar es el objeto de la psicopedagogía. Conviene que exista una tradición psicopedagógica que aporte para resolver los problemas de nuestro mundo de la vida, en el momento histórico que se transita, es decir, una psicopedagogía crítica que contribuya para cumplir con fines emancipatorios”.

Laino continúa sus reflexiones sobre la comunicación. La define como  el elemento integrador de las acciones de los sujetos y la comunicación escolar.  Para nuestro mundo resulta primordial la racionalidad emancipatoria, vinculada con la constitución de subjetividades a través de comunicaciones dialógicas identificatorias y éticas. Los sujetos se constituyen a partir de las prácticas sociales de nuestro tiempo histórico y de los discursos que circulan, reflejando esas prácticas y contribuyendo a constituirlas, en nuestro mundo de la vida, en relación con otros. En el campo psicopedagógico hay que considerar muy especialmente lo social. En problemas tales como la violencia escolar, la discriminación, el desapego y el desarraigo, la  psicopedagogía puede cooperar ampliamente.

Por último, Laino no sólo incita a seguir reflexionando sobre los marcos teóricos y epistemológicos de nuestra realidad regional, sino también en aquellas  técnicas, herramientas, artefactos o lenguajes, subsidiarios de esos supuestos; tema que se retomará luego.
Lic. Marité Sarthe





[1] Marina Müller, Dra en Psicología, Lic en Psicopedagogía. Docente titular Universidad del Salvador.
[2] Muller, Marina (1993). Aprender para ser. Buenos Aires, Argentina: Bonum
[3] Silvia Schlemenson es Doctora en Psicología y titular de la cátedra de Psicopedagogía Clínica en la Facultad de Psicología de la Universidad de Buenos Aires. En la actualidad también se ha hecho cargo de la dirección de la Carrera de Especialización en Psicopedagogía Clínica, Facultad de Psicología (UBA)
[4] Laino, D., Paín, S. y Ageno, R. (2003)  La Psicopedagogía en la actualidad: Nuevos aportes para una clínica del aprender. Rosario, Argentina: Homo Sapiens.
 [5] Kazmierczak, Ana (2009) Clínica Psicopedagógica: Modelos y paradigmas a lo largo de su historia. REVISTA DE APRENDIZAJE HOY , N° 71, año 2009
 [6] Silvia Baeza (2014). Nuevos desafíos hoy…. “hacia las mejores prácticas del mañana”, Revista Aprendizaje Hoy,  N° 81, 7-16
 [7]Baeza, Silvia (2014). Un renacer de la psicopedagogía en los escenarios actuales. Revivir y resignificar el rol psicopedagógico: aciertos, discrepancias y desafíos hoy. Revista Aprendizaje Hoy,  N° 88, 45-63   
[8] Laino, Dora (2012). Una Psicopedagogía  Crítica y Situada en América Latina. Revista Pilquen N° 9, Sección Psicopedagogía • Dossier • Facultad de Filosofía y Humanidades - Universidad Nacional de Córdoba,  Año XIV 
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